viernes, 30 de enero de 2015

¿Qué es y para qué sirve el Cloruro de Magnesio?



¿Qué es y para qué sirve el Cloruro de Magnesio?

El cloruro de magnesio tiene una acción directa en la mejora de osteoporosis, bursitis y artrosis, además de otras propiedades.

El magnesio es un tranquilizante natural que mantiene el equilibrio energético en las neuronas y actúa sobre la transmisión nerviosa, manteniendo al sistema nervioso en perfecta salud.

Ampliamente recomendado para los tratamientos antiestrés y antidepresión.

• El magnesio (Mg) ayuda a fijar el calcio y el fósforo en los huesos y dientes.
• Previene los cálculos renales ya que moviliza al calcio.
• Actúa como un laxante suave y antiácido.
• Es también efectivo en las convulsiones del embarazo: previene los partos prematuros manteniendo al útero relajado.
• Interviene en el equilibrio hormonal, disminuyendo los dolores premenstruales.
• Actúa sobre el sistema neurológico favoreciendo el sueño y la relajación.
• Autorregula la composición y propiedades internas (homeostasis).
• Actúa controlando la flora intestinal y nos protege de las enfermedades cardiovasculares. Favorable para quien padezca de hipertensión.

Testimonio del Reveendo Padre John Schorr:

El presente artículo fue redactado por el sacerdote Reverendo Padre John SChorr, del Colegio Chafarrínense, es además profesor de física y de biología y expresa conceptos sobre el Cloruro de Magnesio.

“Cuando tenía 61 años de edad estaba casi paralítico”, esto fue 12 años antes de comenzar el tratamiento con el Cloruro de Magnesio. Sentía puntadas agudas en la región lumbar (columna vertebral), incurable según la ciencia médica ortodoxa (es decir, los médicos). Al levantarme de la cama por las mañanas, sentía un fuerte dolor en la columna que perturbaba todo el día.

Era causado por el nervio ciático, que apretaba la tercera vértebra, me lo hacía sentir sobre todo cuando estaba parado, lo que me forzó a trabajar la mayor parte del día sentado. Hubo un año, en que todo lo hacía sentado, menos la misa. Era un tormento y tenía que suspender mis viajes a causa del dolor.

Durante un verano muy seco sentí mejoría, pero luego empeoré más. Comencé entonces a rezar la misa sentado. Volví a la ciudad de Floreanàpolis (Brasil) buscando un especialista que me sanara. Me tomaron nuevas radiografías, y me dijeron que mis vértebras están duras y en avanzado estado de descalsificación.

Nada era posible hacer. Las diez aplicaciones de onda corta que recibía en la columna no detenían el dolor. Al colmo de no poder dormir ni siquiera acostado, a veces quedaba sentado en la cama. Hasta que descubrí que podía dormir en la posición fetal, así como duermen los gatos. Esto dio cierto resultado y solo despertaba para estirarme y enderezarme. Ya faltaba poco para no poder dormir ni siquiera en posición fetal.

Me preguntaba: Y ahora ¿qué puedo hacer? Estaba engañado por la medicina tradicional y así entonces apelé a Dios. Y le dije: amado Dios, estás viendo en este estado a esta criatura…te pido Dios mío que me des una solución para todos mis males.

Ocurrió entonces que pocos días más tarde me llevaron a Porto Alegre a un encuentro jesuítico.

Allí conocí al Padre Juárez, un sacerdote jesuita quien me contó que la cura de mis problemas de salud era algo muy fácil. Me dijo que para ello debía tomar el Cloruro de Magnesio, mostrándome escrito en un libro de medicina del Padre Poig, un jesuita español, conocido y prestigioso biólogo, que había descubierto las propiedades curativas del Cloruro de Magnesio, a partir de una experiencia familiar, curando a su madre quien por esa época se encontraba con artrosis en avanzado estado de descalsificación.

Los sacerdotes jesuitas siempre se destacaron por sus grandes conocimientos para curar las enfermedades utilizando medicina natural como las hierbas medicinales y los minerales puros. En tono de broma, el Padre Juárez me dijo: mientras tomes esta sal, solo te vas a morir si te das un tiro en la cabeza o si tienes un accidente.

Comencé a tomar una dosis diaria todas las mañanas. Tres días después, comencé a tomar una dosis a la mañana y otra a la noche. Así mismo continué durmiendo todo arrollado. Pero el vigésimo día, cuando me levanté estaba todo extraño y me dije: ¿Será que estoy soñando?, dado que ya no sentía dolores y hasta pude dar un paseo por la ciudad, sintiendo todavía en mi memoria el peso de diez años de sufrimiento con esta incomodidad y limitación.

A los cuarenta días pude caminar el día entero, sintiendo un pequeño peso y dolor en la pierna derecha. A los sesenta días, esta pierna dolorida estaba igual o mejor que la otra. Luego de tres meses sentía crecer la flexibilidad en los huesos y un inesperado alivio en todo mi cuerpo. Pasaron diez meses y puedo doblarme como si fuera una serpiente, sintiéndome otra persona.

El Cloruro de Magnesio, arranca el calcio depositado en los lugares indebidos y los coloca solamente en los huesos y más aún, consigue normalizar el torrente sanguíneo, estabilizando la presión sanguínea. El sistema nervioso queda totalmente calmo, sintiendo mayor lucidez mental, mejorando notoriamente la memoria, la atención y la concentración, la sangre se torna más fluida y más limpia.

Las frecuentes puntadas en el hígado desaparecieron y la próstata que debía ser operada hace años, ahora ya casi no me incomoda. Pero el efecto más importante de todos, fue el de haber sido preguntado por otras personas: ¿qué está pasando contigo que estás mucho más joven? … y yo les contestaba: Sí, la verdad me siento más joven y me retornó la alegría de vivir.

Es por esto que me veo obligado a difundir este remedio natural, como un agradecimiento a Dios por haber escuchado mis ruegos. Así es que envío copias de este articulo para toda persona que esté sufriendo, padeciendo dolores y malestares.

MODO DE PREPARACIÓN:
Hervir 1 litro de agua. Luego introducir el contenido de un sobrecito de 33 gramos de Cloruro de Magnesio (se consigue en farmacias), en una botella o recipiente de vidrio (no en plástico).
Agregarle el agua hervida fría para disolverlo, luego mezclar y tapar. De esta manera se obtiene una preparación pura que se mantiene inalterable. No es necesario guardarlo en la heladera.
Dosis recomendada: el equivalente a un pocillo de café, de acuerdo a la edad y la necesidad.
1. El Cloruro de Magnesio produce equilibrio mineral, como en la artrosis por descalcificación, reanima los órganos en sus funciones, como a los riñones para que eliminen el ácido úrico.
2. Regula la actividad neuromuscular y participa en la transmisión de los impulsos nerviosos.
3. Es un gran energizante psicofísico y equilibra el mecanismo de contracción y relajación muscular, previniendo la fatiga o cansancio muscular, evitando calambres y fortaleciendo los músculos, lo que es imprescindible en cualquier deportista.
4. Es necesario para el correcto funcionamiento del corazón pues desempeña un importante papel en el proceso de múltiples procesos biológicos.
5. Mejorando la nutrición y la obtención de energía, combate la depresión, los mareos y es un poderoso agente antiestrés.
6. Cumple una función primordial en la regulación de la temperatura del cuerpo.
7. Benéfico para evitar niveles altos de colesterol.
8. Regulador intestinal.
9.Juega un rol importante en la formación de los huesos.
10.También en la metabolización de carbohidratos y proteínas.
11. Es útil en problemas de irritabilidad neuromuscular como tétanos, epilepsia, etc.
12. Ayuda a disminuir lípidos (grasas) en la sangre y la arteriosclerosis purificando la sangre y vitalizando el cerebro, devuelve y conserva la juventud hasta avanzada edad.
13. Después de los 40 años, el organismo humano comienza a absorber cada vez menos magnesio en su alimentación, provocando vejez y enfermedades. Por eso, el Cloruro de Magnesio debe ser tomado de acuerdo a la edad.
14. Previene y cura la próstata y hemorroides.
15. Previene la gripe
16. Alarga la juventud.
17. Evita la obesidad.
18. Es preventivo del cáncer.
19. Evita la arteriosclerosis.
20. Es un excelente laxante.
21. Modera los trastornos digestivos
22. Reduce la bronquitis.
23. Evita los sabañones.
24. Actúa como desodorante.

miércoles, 21 de enero de 2015

Préstele atención a sus arterias, tienen muchas respuestas


Entrevista con las responsables de conducir el 18 por ciento de la sangre que sale del corazón.

Las arterias forman parte de un complejo entramado de ductos, que sumados tienen una longitud de 150.000 kilómetros, por los que circula la sangre de la que depende la nutrición y la vitalidad de todas las partes del cuerpo.

Dicen sentirse incómodas por el desconocimiento que la gente tiene de ellas y por el descuido permanente del que son objeto.

Lamentablemente, solo nos tienen en cuenta cuando empezamos a molestar y eso, a veces, ya es muy tarde”, dicen.

Bueno, tampoco es que no se sepa quiénes son...

Mire, la idea que tienen de nosotras es que somos unas mangueras que llevan sangre oxigenada a todos los rincones del organismo y eso no es tan fácil. Para hacerlo necesitamos una estructura y unas funciones muy especializadas que no se conocen.

Empecemos por la estructura. ¿Cómo es?

Imagínese un tubo con tres capas. Una externa, de colágeno muy elástico que nos deja dilatarnos; una media, de músculo que nos deja contraernos, y una interna, que forma un tapete llamado endotelio que produce sustancias y está en contacto con la sangre. Con ellas ajustamos presiones, modificamos flujos, aceleramos o paramos la sangre de acuerdo con las necesidades de cada órgano. No somos una mera manguerita, no señor.

¿Cómo es eso de las presiones?

Todo empieza en el corazón, que empuja la sangre con fuerza a las que somos más amplias. Al recibirla nos dilatamos y le mermamos velocidad, luego la enviamos a las arterias de menor calibre y ellas tienen la capacidad de apretarse o de agrandarse para aumentar o disminuir la presión del flujo. Imagínese el agua entre una manguera: sale más rápido y con mayor presión si el orificio de salida es pequeño y, al contrario. Claro, estamos inervadas por el sistema nervioso autónomo (simpático y parasimpático) que nos dice cuándo ampliar o reducir nuestros orificios de salida. Así funcionamos.

Ah... ¿Eso es la presión arterial?

Sí. Como puede ver, entre más elásticas y con buen calibre seamos, le ponemos menor resistencia al paso de la sangre para que fluya con la presión adecuada y llegue a los órganos sin dañarlos. Entienda, si perdemos elasticidad o reducimos de calibre, la sangre llega a su destino con más fuerza y poco a poco se lesionan tejidos y células de manera irreversible. Terrible.

¿Por eso es tan peligrosa la presión alta?

No solo por eso, también porque la tensión elevada puede rompernos y producir unas hemorragias las machas que pueden ser mortales.

¿Por qué pierden elasticidad y calibre?

Con la edad nos vamos endureciendo, eso se llama arterioesclerosis, pero también por la falta de ejercicio, el cigarrillo, la diabetes, la herencia, el colesterol y las grasas en exceso. Eso hace que nos degeneremos y nos lesionemos por dentro. Sobre esas lesiones se acumulan células como plaquetas y grasas malas que poco a poco van formando una placa llamada ateroma, que nos disminuye el calibre, incluso hasta taparnos.

Cuéntenos, ¿cuál es su relación con los infartos?

Volvamos a las placas. Ellas, además de disminuirnos el calibre, hacen que la sangre al pasar forme una turbulencia que, sumada a las plaquetas, logran que se coagule. Esos coágulos se llaman trombos, que también pueden obstruir el flujo en el sitio o desprenderse y tapar arterias más pequeñas. La obstrucción total, que deja un sitio sin sangre, se llama infarto. Algunos le dicen trombosis.

¿Y eso tan serio se puede prevenir?

Por supuesto. El ejercicio diario, la dieta baja en grasas saturadas, eliminar el cigarrillo, calmar el estrés y controlar la tensión arterial y la diabetes son cosas simples que nos ayudan mucho, pero que la gente desafortunadamente no hace. Aprovechamos la oportunidad para insistir en eso.

¿De qué más se enferman ustedes?

Como ve, nos endurecemos y padecemos arteriosclerosis, pero nos inflamamos también por infecciones o, por algunas enfermedades como la diabetes, nos podemos desgarrar y hasta deformar como en el caso de los aneurismas, que son adelgazamientos peligrosos en nuestras paredes que se pueden romper.

¿Hay alguna forma para saber si ustedes están sanas?

Claro, hoy todo es posible. Con el mero acto de tomarse la tensión arterial ya hay una idea, hay exámenes con imágenes o que miden el flujo. También se pueden determinar velocidades y ondas de pulso. Pero lo importante es que nos cuiden desde la casa, insistimos.

¿A propósito, cuantas arterias hay en el cuerpo?

La verdad, nadie sabe el número exacto. Imagínese, para garantizarle sangre a todo el organismo somos muchísimas. Claro, hay unas más populares, como las coronarias que le dan vitalidad al corazón, las carótidas que responden por el cerebro, la aorta que sale del corazón, las iliacas que llevan sangre a las piernas y las femorales que se les rompen a los toreros.

¿Algo más?

Que gracias por la oportunidad, que aprovecho para recordarle a todo el mundo que piense en nosotras, que nos demuestren cariño con ejercicio, comiendo sano, controlando la tensión arterial y mandando el cigarrillo al carajo.


Asesoría Gabriel Robledo K. Dr. Centro Cardiológico de Bogotá